La cueva mágica
En un pueblo muy lejano vivía José su esposa catalina y sus dos hijos José junior y Pedro, ellos. Todos los días después de ir a la escuela los niños iban al campo a cuidar a sus 52 borregos y antes de ocultarse el sol regresaban a su hogar para cenar con sus papas y hacer su tarea, esa era la rutina de todos los días, cuando iban a aquel lugar se divertían mucho pues aparte de cuidar a sus borregos jugaban con su primo David no se cansaban de correr, brincar y gritar.
Un día José junior escucho discutir a sus papas y después comenzaron a hablar de que en la cueva misteriosa del pueblo habitaba un duendecillo el cual si se te aparecía le podías pedir dos deseos. Ninguno de los habitantes ha tenido la oportunidad de verlo, muchos han ido con la esperanza de que el duende se aparezca para poder pedir sus deseos pero no ha sido así. José le comento
a su hermano lo que escucho y se les ocurrió la idea de ir ya que les quedaba cerca de donde acostumbraban cuidar. Al salir de la escuela agarraron unas lámparas y se fueron con sus borregos ahí ya los esperaba David. Después de pensarlo mucho por fin entraron el lugar era muy obscuro no podían ver nada, al prender las lámparas se veían volar murciélagos se espantaron tanto que pedro el menor quería regresar, al caminar junior tropezó con una piedra y cayo, este comenzó a llorar tan fuerte que hizo que el duendecillo hablara y saliera de la parte más obscura que pudiera existir
en esa cueva. Al verlo los niños se sorprendieron de cómo era pues era alguien muy pequeño, con piel casi color amarillo, su barba era rojiza le llegaba hasta el piso, traía playera azul, short verde y unos zapatos negros.
El duende les dijo que como ya lo habían visto tenían derecho a sus dos deseos, los niños pensaron muy bien en que pedir pues ya estaba todo planeado, los tres niños decidieron dividir sus deseos uno para David y uno para los dos hermanos. David pidió unos borregos para él y su familia, los otros dos niños pidieron que su familia siempre este unida y llena de amor ya que no les gustaba que sus
padres estuviera discutiendo y peleando. El duendecillo cumplió los dos deseos y tiempo después se volvió amigo de los niños y todos vivieron felices en aquel lugar pues todo era perfecto.
Azucena López Ortiz